La puerta - romance

 María tenía 5 años y estaba aprendiendo a leer, así que cualquier objeto que contuviera palabras, ella intentaba leerlo. Vivía con sus padres, que trabajaban en el edificio donde ella vivía. Siempre se quejaban de algo, pero principalmente en febrero, ya que con cada 14 de febrero, su vecina Rosa ponía música melancólica desde que empezaba hasta que terminaba ese día. Ellos creían que era porque estaba sola, pero la razón estaba lejos de ser esa. María no sabía mucho sobre Rosa, ya que no tenía permitido llegar a su piso porque había jóvenes que hacían fiestas todo el tiempo y sus padres no querían que se rodeara de esas vivencias. Sin embargo, María se cansó de escuchar historias y nunca ver con sus propios ojos y escuchar la melancolía de Rosa.La tarde del 14 de febrero, María todavía de vacaciones, aburrida se puso a pasear y pensó que era un buen momento para subir al piso de Rosa. Se dio cuenta que estaba en el pasillo de Rosa por la música, pero se encontró con algo efectivamente mejor que solamente música. En su puerta, había una torre de cartas para tirar a la basura. Todas cartas viejas, amarillentas, todas dedicadas a Oscar. En dichas cartas, Rosa le declaraba su profundo amor, pero esas cartas nunca fueron enviadas, ya que en estas mismas contaba que sus padres le prohibieron verlo y le escondían las cartas que le hacía. Sus padres le habían prohibido acercarse al joven Oscar, ya que era el hijo del mecánico, y para ellos significaba una pérdida del estatus social. Por otra parte, ella nunca supo qué significaba Oscar para ella, pero le contaba también que años más tarde, ya casada, encontró las cartas de Oscar que también estaba tan enamorado como ella, pero dejó de escribirle porque vio que no era correspondido. Con los años, Rosa, que seguía escribiendo a Oscar, le contaba que la obligaron a casarse con alguien que no amaba. Años después, su esposo falleció y ella se mudó a la ciudad.

María sabía que había un Oscar en la esquina que trabajaba de florista y que venía también del mismo pueblo que Rosa, ya que siempre se quedaba conversando con él porque les gustaba el mismo programa "El zorro". Atando los cabos, se dio cuenta de que efectivamente estaban más cerca de lo que creían, incluso ya se conocían, ya que él siempre le regalaba una rosa cada vez que pasaba por la esquina. María le contó a sus padres lo que había leído y la información que sabía, que inmediatamente se pusieron a efectuar un plan para el reencuentro. Los citaron en el café de la vuelta y no hizo falta más de dos oraciones para que se dieran cuenta de que eran los mismos que habían dejado el pueblo y que seguían inmensamente enamorados uno del otro. A pesar de las piedras en el camino, encontraron la forma de unirse y estar juntos para siempre.

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