Sueño 2 (policial)- Un viaje

 A Florencia siempre le había gustado viajar, y para su luna de miel eligió como destino Grecia con su pareja Marianela y su perro negro llamado Chocolatada. Todo iba tal y como lo habían planeado: la comida, los paisajes, la cultura; todo perfecto y tan hermoso como lo es la ciudad de Mykonos en Grecia. En el penúltimo día de la luna de miel, les quedaba por recorrer un circuito de los bares de la ciudad entre sus pasillos, donde lo más divertido del plan es perderse con los distintos caminos que hay. Desde que salieron del hotel donde se hospedaban, Florencia sintió "las vibras", como decía ella, de algo extraño. Marianela, siguiendo el mismo hilo, no se le ocurrió mejor idea que prender un palo santo. En ese mismo instante, pasó un chico en una Vespa al grito de "¡cuidado!", y salvándola de una tragedia, Florencia la agarró de la mano fuerte tirándola para un costado. Caminando por las calles empedradas del circuito, la dulce pareja empezó a probar los distintos tragos, y es donde ven un local que les llamó la atención a lo lejos, vendían espejos con distintos dibujos. A Marianela le había llamado la atención uno particular que tenía un marco hecho de discos de vinilo, pero luego de unos tragos de más, torpemente se le cayó encima del pie, o eso creía ella, lo que produjo que dentro de los gastos que no pensaban cubrir, se agregue un espejo roto en la lista. No hacía falta comentarle nada al respecto, Florencia sabía muy bien que un espejo roto no trae buen augurio exactamente. No venía con una muy buena racha, su suegra no la quería mucho, creía que estaba con Florencia solamente por el dinero, que era una "vividora". Siguieron caminando por las calles, probando bebidas de todos tipos, y de la misma efervescencia de la noche, se perdieron por un segundo entre ellas, y Florencia se dio cuenta de que Marianela no estaba donde habían acordado verse si sucedía exactamente esto. Esa noche, Florencia volvió al hotel asustada y con un porcentaje de fe de que Marianela había vuelto y la estaría esperando allí, pero eso no sucedió. Llamó a la policía, dio declaración de todos los hechos, buscaron en todos los caminos, pero no había paradero de Marianela. A la mañana siguiente, un pescador encontró el cuerpo de una chica sin vida con un reloj antiguo, de esa forma la identificaron: era ella. Hicieron las investigaciones respectivas, pero nunca encontraron un culpable. El culpable, o mejor dicho, la culpable estaba a la "vuelta de la manzana". La madre de Florencia había mandado a matar a Marianela, el sicario de la familia la había amenazado diciéndole que le daba dos opciones: desaparecer o la asesinaba. Dado que Marianela no quiso desaparecer, todo lo que le sucedió no fue una cuestión del destino, sino distintos intentos de asesinato, desde la motocicleta hasta el espejo que le tenía que caer encima pero no se cayó, y los tragos que le estuvieron dando no eran solamente alcohol, sino veneno para ratas diluido. Una vez que empezó a hacer efecto todo lo que estaba consumiendo, se desvaneció en una playa y nadie la vio para ayudarla y salvarle la vida.

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